¿Te pasa que ese juego que tanto esperabas no corre tan fluido como te gustaría? ¿Notas tirones o bajones de FPS justo en medio de una partida importante? ¡Tranquilo! Muchas veces no necesitas comprar un nuevo equipo para mejorar el rendimiento. Con algunos ajustes puedes exprimir al máximo tu PC gamer y disfrutar de tus juegos con más fluidez.
¿Qué es el FPS?
FPS significa «Frames Per Second», o en español, «fotogramas por segundo». Es una unidad que mide cuántas imágenes muestra tu pantalla en un segundo cuando estás viendo un vídeo o jugando a un videojuego.
Si un juego va a 30 FPS, significa que muestra 30 imágenes cada segundo.
Si va a 60 FPS, muestra 60 imágenes cada segundo, por lo que se ve mucho más fluido y suave.
Los jugadores competitivos suelen buscar 144 FPS o más, porque cuanto mayor sea el número de FPS, más rápido y fluido se verá el movimiento, dándote ventaja en juegos como shooters o e‑sports.
En resumen:
Más FPS = imagen más fluida, movimientos más naturales y mejor experiencia al jugar.
Aquí te dejamos los mejores consejos prácticos para optimizar tu ordenador y ganar FPS, sin complicarte demasiado.
Parece obvio, pero muchos lo olvidan. Mantener actualizados los drivers de tu tarjeta gráfica (NVIDIA o AMD) es fundamental para aprovechar mejoras de rendimiento específicas que lanzan los fabricantes.
Visita la web oficial de tu GPU, descarga el driver más reciente y haz una instalación limpia.
No todos los juegos se comportan igual. A veces bajar sombras, iluminación global o antialiasing puede darte un gran aumento de FPS sin que se note demasiado en la calidad visual.
Prioriza siempre la tasa de refresco (FPS estables) frente a texturas o efectos que apenas influyen en la jugabilidad.
Físicamente: abre el gabinete y quita el polvo de los ventiladores, disipadores y fuentes. El polvo sube la temperatura, y al calentarse, tu GPU o CPU bajan rendimiento para protegerse (throttling).
Digitalmente: elimina programas innecesarios del inicio, limpia el disco con herramientas como el Liberador de espacio o CCleaner, y desfragmenta si tienes HDD (no SSD).
Activa el modo juego en Windows 10/11.
Desactiva efectos visuales innecesarios (transparencias, animaciones).
Configura el plan de energía en Alto rendimiento.
No todo es el PC: si tu monitor solo soporta 60 Hz, por muchos FPS que saques no los verás.
Asegúrate de configurar en el panel de Windows la tasa de refresco correcta (144 Hz o 165 Hz si tu monitor lo permite).
Activa G-Sync (NVIDIA) o FreeSync (AMD) para evitar tearing.
Antes de jugar, cierra Chrome con 30 pestañas abiertas, Discord si no lo usas en ese momento, o cualquier programa que esté consumiendo RAM y CPU.
Usa el Administrador de Tareas para ver qué aplicaciones se llevan recursos.
Overclocking moderado: si sabes lo que haces, subir algo las frecuencias de GPU o CPU puede darte un plus gratis. Eso sí, con vigilancia de temperaturas.
Añadir RAM o pasar a SSD NVMe si aún usas disco mecánico, te dará arranques y cargas mucho más rápidas.
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